Hay que desarrollar actividades para vincular la lectura en la realidad, para mostrarla en relación a la vida y cotejarla con el mundo circundante.
En tal sentido son recomendables los paseos en relación a la lectura: ir al río, al campo, al bosque, a la playa para leer signos y escribir historias.
Porque, preguntamos:
Cuál de las siguientes propuestas será más convincente en relación a la lectura y entusiasmará más al niño y le dejará una enseñanza imborrable para, a partir de ello, implementarla en el hogar o en el aula:
– ¿Vamos a conocer los animales del bosque?, o
– ¿Vamos al bosque a conocer los animales?
Indudablemente, la que no solo interesará sino que ha de inquietar y hasta apasionar al niño será la segunda opción porque nos vincula al mundo libre interno y externo.
Mahatma Ghandi, ante la mota de algodón en flor, en los campos de la India, enseñaba todo, tanto ciencias naturales, química, ciencias físicas, consideraciones acerca del medio ambiente o historia de la comunidad.
Y animaba a leer sobre dichas realidades, vistas y palpadas. Vinculaba los libros a aquellos elementos de la realidad que rodeaban a los niños que enseñaba.
En el Perú, el maestro Nicanor Rivera Cáceres hacía lo mismo: rompía todos los esquemas, abolía todos los horarios, superaba todas las normas y no se reducía a abrir su libro y dictar la lección de una manera inerte, encerrada, desconectado del mundo circundante.
Él llevaba a sus niños al campo, les hacía portar sus cometas y sus juguetes para compartir y aprender alrededor suyo, confrontados con el juego y la vida misma, en esta aventura que es la existencia. Y también les narraba cuentos que luego invitaba a leerlos en los libros.
De allí que hay que establecer el vínculo de la lectura con la vida, la calle, la plaza, la realidad y la libertad del niño para construir por sí mismo su orientación y su atalaya en la vida.
Danilo Sánchez Lihon